ENTREVISTA A ISABEL HERGUERA

12 de febrero de 2024

Isabel Herguera, artista visual, directora y productora de animación donostiarra, recibirá el Premio Honorífico de Animac 2024, la primera española galardonada con este premio. Desde San Sebastián, Herguera, que dirigió Animac de 2003 a 2011, habla de su cine y de su experiencia en el festival.

Animac le dedicará a Isabel Herguera una retrospectiva con la proyección de una selección de sus cortometrajes, incluyendo su primer y esperado largometraje “El sueño de la sultana” (España, Alemania, 2023), nominado a los Premios Goya de este año y con el que estuvo nominada a la Concha de Oro y ganó el premio Cine Vasco en el pasado Festival de San Sebastián. Además, la directora ofrecerá una masterclass para el público de Animac donde repasará su trabajo dentro del mundo del cine de animación.

Además de la retrospectiva y la masterclass de Isabel Herguera, el público de Animac podrá aproximarse a su proceso creativo visitando la exposición “El sueño de la sultana. Proceso creativo” que acogerá el Espai Cavallers de Lleida (calle Cavallers, 31-33) donde se expondrá una selección de dibujos originales, cuyos primeros bocetos fueron ya hace quince años, y otros materiales de la película.

 

Tu carrera profesional está ligada a Animac, ¿cómo recuerdas tu paso por la dirección de la muestra?

Son años muy felices que fueron de grandísima formación. Yo venía de trabajar en animación, pero estaba muy desconectada de lo que se estaba haciendo en la animación independiente. Así que Animac fue fundamental para conocer gente, motivarme, estimularme, para querer hacer películas, para querer contar historias, para atreverme a cosas. Era un lujo tener la referencia de todos esos artistas que venían todos los años a mostrar cosas maravillosas en Lleida, una ciudad perfecta para pasar cuatro días a tope, con el tamaño ideal, sin tantos lugares donde perderse. Conocí a gente increíble con la que mantengo todavía mucha relación. Fueron grandes años para mí y divertidísimos.

 

¿Alguno de tus referentes en el mundo de la animación?

Sin duda, Anca Damian. Para mí fue fundamental “Crulic, camino al más allá”, la primera de sus películas, porque vi que, con relativamente poco presupuesto y una manera de hacer animación muy libre, también se podían contar historias. También “La montaña mágica”, porque había un cambio de técnicas que no eran al uso. La invité a venir a la escuela KHM (Kunsthochschule für Medien Köln) para presentar sus películas y me pareció una persona muy generosa, que escuchaba a los estudiantes y que les daba consejos. Ella defiende que “el más talentoso no es quien al final hace la película, sino aquel que continúa insistentemente y trabaja hasta el final”. No hace falta dibujar ni saber nada de animación, sino saber contar historias o tener la intención de contarlas y tener cierto gusto por algo. Cabe recordar que ella viene de la imagen real y del documental, principalmente, dirección de fotografía, con un gusto particular por toda la dirección artística.

 

Este año Animac estará dedicado a la diversidad, ¿cómo crees que el cine de animación puede explorar la diversidad en la sociedad?

En el cine de animación puedes hacerlo todo. Puedes hacer los personajes del color que te dé la gana, puedes hacerlos del material y de la forma que quieras. La diversidad, con amplitud de miras, está presente en su propio origen [de la animación]. Puedes dar vida a todo. En este sentido, lo que más me fascinó de la animación cuando la descubrí es que me recordaba a cuando yo era una niña y jugaba con los muñecos. Les contaba historias a mis hermanos y en aquellos momentos eran lo que fueran, lo que tuviéramos a mano. La animación es eso, la libertad de poder hacer de cualquier cosa, poder contar una historia simplemente moviéndolo.

 

Tu reciente largometraje, el primero de tu carrera, “El sueño de la sultana”, ha tenido una excelente acogida con el Premio Cine Vasco del pasado Festival de San Sebastián, además de estar nominado a la Concha de Oro como Mejor Película, ¿que ha supuesto para ti este trabajo y el reconocimiento posterior?

Los años que ha durado este trabajo han sido muy intensos, especialmente los tres últimos. Era como vivir en varias realidades al mismo tiempo. Que fuera seleccionada en el Zinemaldia de Donosti fue el mayor de los premios. Primero porque sabíamos que, gracias al festival, la película iba a tener un reconocimiento a nivel mundial. Y segundo, porque es mi casa y tiene un valor emocional muy profundo. Allí he hecho un montón de películas, no se han cortado nunca en darme un espacio, un lugar, con una generosidad aplastante. Para mí era fundamental también poderlo enseñar y tener la première en Zinemaldia.

 

¿Cómo ha sido el proceso de producción de la película?

En “El sueño de la sultana” había muchos agujeros que íbamos rellenando conforme se iban abriendo otros. El proceso de resolver las cosas para mí sucedió así. Algunos productores en un momento dado podrían haber dicho, “No, tienes que solucionarlo todo desde el principio”. Pero en nuestro caso iba surgiendo de una manera más orgánica. Alguien me contó que cuando un pianista tiene muy ensayada la pieza, antes de entrar en el escenario siempre tiene que ir con el miedo, con la sensación de que está andando en una cuerda floja. Y para mí eso también es fundamental. Me da mucho subidón y me mantiene muy motivada saber que quiero hacer algo y que cuento con muchas seguridades, pero también que cada vez que entro en el estudio estoy sobre una cuerda floja.

 

Retomando el tema de la diversidad, “El sueño de la sultana” está basado en un cuento feminista indio escrito por Rokeya Hossain y publicado en 1905, ¿qué tiene esa historia y qué te ha movido para llevarla al terreno de la animación? 

Cuando me encontré el libro, en la contraportada se podía leer “Una utopía feminista. Un lugar donde las mujeres tienen el conocimiento, porque tanto el poder y los hombres que son ignorantes viven en reclusión”. Y, además, estaba escrito por Rokeya Hossain, que no había tenido acceso a la educación formal, sino que había aprendido lo que se suponía que tenía que aprender para no ser una amenaza en el matrimonio. Y pensé, “ya han pasado 105 años, ¿dónde estamos con todo esto?” Una vez que empecé a leer el libro, me di cuenta de que una de las razones por las cuales Rokeya Hossain había creado esta ciudad de mujeres era simplemente para estar a salvo, para no sentir esta sensación que todas tenemos de tener que estar alerta más allá de nuestra clase, condición, color de piel, lengua… Y para mí eso ha sido un hecho revelador. Otro gran ejercicio que he hecho a lo largo de todos estos años a raíz del libro es esta vuelta al revés que te propone Rokeya: verme a mí misma desde el punto de vista de mi hermano que estaba sentado ahí. ¿Cómo me veo? ¿Qué cosas hago por educación, por cultura, por instinto? Qué tipo de comportamientos están impresos en nuestro ADN. Es un libro con contradicciones y que muchas veces me recordaba a mi abuela por ese componente un poco hipócrita con lo que se entiende por religión o creencia. Pero daba igual, porque es absolutamente radical para el momento en el que estuvo escrito y para hoy en día.

 

¿Cómo conseguiste la colaboración en el film de dos tótems de la filosofía y la cultura como son Paul B. Preciado, figura icónica de las teorías del postfeminismo y de la filosofía de género, y Mary Beard, académica inglesa especializada en la antigua Roma?

En 2015, estaba en San Sebastián escribiendo el guion de la película y acudí a unas conferencias sobre utopías que Paul B. Preciado impartía. Me dejó totalmente fascinada por la utilización del lenguaje y cómo daba sentido a cosas totalmente absurdas en esta utopía. Y cuando escribimos el guion, le escribimos una escena a Paul B. Preciado y a través de un conocido en común accedimos a él. Era durante la pandemia, fue un sonidista a su casa, le grabó y nos hizo la voz, así que le estoy muy agradecida.

Y después Mary Beard porque me encanta de siempre, y me la encontré un día casualmente en el Museo Capitolini, que es donde está en la escena de la película. Justo unos meses después descubrí el libro “Mujeres y poder” y las conferencias que había dado. Le pedí permiso para utilizar esa parte de la conferencia que está en el film y me lo dio. Las dos colaboraciones fueron muy fáciles.

 

Si alguien puede adaptar este libro de Rokeya Hossain con propiedad, un libro feminista, un libro de la India, eres tú, porque tu relación con este país viene de muy largo. Son muchos años que has estado yendo allí a hacer talleres. ¿Cuál es tu relación vital artística con la India?

Desde que era muy joven, mi relación con la India ha sido enorme, especialmente durante un tiempo concreto. Desde 2005 hasta 2015, pasaba seis meses al año dando clases en el National Institute of Design o haciendo talleres con las mujeres y los niños. Para mí, la India es uno de estos lugares que, a pesar de que no hablo el mismo idioma, me siento en casa. Y desde ese lugar, sintiéndome en casa y con todo el respeto del mundo, he intentado hacer algo lo más honestamente posible. Sentada desde la piedra, desde donde me gusta dibujar, con esa misma actitud.

 

¿Cómo te imaginas un mundo gobernado por mujeres?

Si el mundo estuviera gobernado por mujeres, creo que nos habríamos evitado toda la sangre en la guerra de Ucrania. Y ahora en Gaza. Quizás la corriente hubiera sido distinta, pero nos hubiéramos evitado esa masacre, seguro.

 

El proceso de creación del film se ha podido ver en una reciente exposición en Tabakalera de San Sebastián y, en pequeño formato, se podrá ver también en Lleida coincidiendo con Animac, ¿qué se encontrará el visitante?

Quien visite la muestra se encontrará con un material que le permitirá meterse en la película y empatizar más con ella. Le dará acceso a ese universo y participar más en la película. Van a encontrar todo lo que ha supuesto el proceso creativo de la película, originales, recortables, todo hecho a mano.

 

Compaginas tu faceta de directora de animación con la de docente como profesora titular de animación en (KHM) Kunsthochschule für Medien Köln, Alemania, y también en otros países como la India o China. Con tu experiencia y el trato directo con los estudiantes de animación, ¿cómo ves el futuro del cine de animación en cuanto a temáticas y técnicas?

En cuanto a temáticas, veo un gran futuro porque la gente más joven está muy concienciada sobre distintos ámbitos. Además, están muy bien formados y tienen criterio y una gran capacidad de análisis. Sobre técnicas, es un misterio. Todo lo que es Unreal Engine (animación a tiempo real) y recreación de espacios es cada vez más rápido. Es muy complejo, así como la manera de contar, ya que hay más interacción. La tecnología está avanzando mucho y la animación es una técnica que se alimenta de ella. Así que cualquier cosa va a ser posible.

 

¿Cuál es tu próximo reto profesional?

Lo que me apetece hacer ahora son personajes. Tengo personajes que surgieron hace mil años, que siempre han existido y que quiero desarrollar algo con ellos, aunque por ahora no hay grandes historias en la cabeza. Ahora quiero disfrutar de este momento y acompañar a la película.

 

 

Entrevista para el suplemento cultural DIS del 27 de enero de 2024.